"Conocí a una señora en Madrid que, a sus 70 años, estaba haciendo la calle. Se me caía el alma". 70 años y en la calle. O enferma, y en la calle. O con un niño de teta, y en la calle. Sin ninguna cobertura laboral. La realidad de la prostitución en España, donde hasta la fecha tiene carácter alegal -aunque una multitud de ordenanzas y reglamentos limitan su práctica en determinados espacios de las ciudades-, es que quien la ejerce no tiene derecho a paro, ni a tomarse una baja, ni a un permiso de maternidad ni a asistencia médica en caso de carecer de 'papeles'. Por una sencilla razón: su situación laboral pertenece a ese mismo limbo, y la Seguridad Social no la contempla. Hasta ahora. En Ibiza un grupo de mujeres ha encontrado un resquicio para romper el círculo de la invisibilidad oficial y lograr su cobertura como trabajadoras.Son once. Vienen de países del Este, de Italia y de España. Son cooperativistas en tiempos de crisis. Hasta aquí, nada especial, si no fuera porque en el registro oficial de Baleares en el que han logrado inscribirse (después de un primer rechazo y un recurso), la cooperativa que ahora las agrupa -de nombre Sealeer- aparece con un 'apellido' insólito: "De trabajo asociado para la prestación de servicios sexuales". Ello les ha permitido darse de alta como autónomas en el epígrafe de "otros servicios". Hoy, dos meses después de su inscripción en el registro, sobre la mesa de su presidenta, María José López Armesto -la misma que recuerda a la prostituta de 70 años- se acumulan unas 40 solicitudes de otras mujeres para unirse a ellas. María José es la única de las once que no vive del sexo, pero necesitaban que estuviera allí para ser su voz. Porque muchas tienen, según explica ella, hijos, padres enfermos... Una familia, en definitiva, a la que quieren mantener alejada de su medio de vida.
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